Una vez allí los dueños del pazo, una familia apoderada de clase media-alta, muy amables me invitaron a entrar para disfrutar de sus estancias (aunque me prohibieron sacar fotos del interior de la vivienda debido a la gran repercusión que podría suponer la publicación de estas imágenes en la red para los lugareños de la localidad boirense).
Así pues, empezaron a contarme la historia del pazo desde sus inicios; una historia que hasta el momento era interesante pero a la vez un tanto monótona. Sin embargo, la historia empezó a "seducirme" cada vez más cuando empezaron a relatarme la historia de los antiguos dueños del pazo; pues según estos señores, éstos se habían visto obligados a vender todas sus tierras y parte de su patrimonio para abandonar España en la época del franquismo, siendo un tal Lino (un "criado" de confianza de los antiguos dueños) el encargado de vender estas tierras a gente responsable ya que la idea de los antiguos dueños era regresar a España cuando el régimen tocase tu fin.
En ese momento recordé que mi querida bisabuela Pilar (la cual falleció hace 2 años), siempre me contaba la historia de que su marido había trabajado por la zona del Barbanza como sirviente antes de haber contraído matrimonio con ella. El nombre de su marido (mi bisabuelo), como todos os estaréis imaginado, era Lino.
Pues sí mis queridos amigos, tras varias preguntas y uniendo varios "cabos sueltos" averigüé que ese criado en quien tanto confiaron los antiguos dueños del pazo, no era otro que mi bisabuelo; algo que jamás se me habría pasado por la cabeza un par de horas antes, cuando llegué a la entrada del pazo para sacarle unas fotos.
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