sábado, 25 de junio de 2011

El final de un sueño

A la mañana siguiente me desperté con muy pocas ganas de empezar el día; pues las vacaciones habían llegado a su fin y el "deber" llamaba, una vez más, a mi puerta.

Cogí las maletas y la ropa del armario y con un pie delante del otro abandoné la habitación del hotel. Me dirigí hacia el garaje del mismo, coloqué las llaves en el contacto y encendí el coche. Una terrible tristeza se palpaba dentro del Seat Ibiza de color negro; las lágrimas inundaban mis ojos y mis manos temblaban tanto como aquel día en el que un mensaje de la UDC anunciaba mi aprobado de Geografía. Apagué el coche, cerré los ojos y me quedé un rato dormido. 

Al despertar, me encontré en la habitación de mi casa acostado con mi novia y rodeado de todas mis cosas. Sí, había sido un sueño; un sueño tan hermoso que, sin duda, algún día se cumpliría.

Esto no es un adiós, sino un hasta luego, pues muy pronto estaré de nuevo con vosotros en alguna nueva aventura.

¡Hasta Siempre!

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